Un nuevo domingo en Madrid significa para nosotros una nueva oportunidad para encontrar un buen brunch. Si hace un tiempo compartíamos con vosotros nuestro brunch casero y poco después el super brunch de Motha ahora os relatamos el de Ene Restaurante.
Yo ya había estado allí hace varios años, cuando aun no sabía lo que era un brunch. Para mi ese día hice una comida tempranera fuerte y en un orden raro (¿bolleria y café?, ¿un coctel? ¿y ahora huevos?... ¿a qué mente enferma se le ha ocurrido esto?).
La cuestión es que me quedó buen recuerdo de este sitio y hace poco tuve la oportunidad de volver gracias a un malentendido con una reserva en el noruego Olsen (basicamente nos hicieron una reserva para una hora a la que estaba cerrado y el día D nos recibió la limpiadora). Nos vimos compuestos y sin brunch y me acordé de mi visita al Ene años ha, así que pusimos rumbo y tuvimos la suerte de encontrar mesa libre.
El restaurante es bonito, de esos modernitos todo de madera, con su zona chill out para tumbarse. La única pega que le pondría es que es un poco oscuro, que para una cena romántica es fantástico, pero para desayunar se echa en falta un poquito más de luz.
Bueno, vamos al zampe que es lo que interesa. Lo primero que nos sirvieron es un plato con bollería en pequeñas piezas (muy rico todo, unas cuatro piezas por persona), otro con panecillos, aceite, tomate, mantequilla y mermelada, zumo de naranja y el café.
La bollería muy rica y los panecillos calentitos. El primer round apueba con nota, aunque recuerdo que en mi primera visita la bollería fue más abundante, pero no es necesario más, sinceramente, no es cuestión de salir rodando sino contento.
Después vino el cóctel, que se podía elegir entre dos opciones: bloody Mary y Grand Marnier. Debido a mi debilidad por el bloody Mary creo que no soy objetiva, pero los dos estaban muy buenos.
Luego vendría la elección del primer plato. Entre varias opciones (todas con muy buena pinta) elegimos el bagel de salmón. Acertamos, porque estaba muy bueno, pero si le meten un poquito más de salmón tampoco pasa nada.
De segundo plato probamos el tartar de bonito, que estaba muy bueno, aunque carecía de decoración y no pudimos evitar compararlo con el nuestro casero. En una competición ganaría el nuestro por goleada (vamos, ¿que aun no lo has hecho? Esta es nuestra receta). Vale, las comparaciones son odiosas, pero la otra opción fue el roast beef con puré y también se nos quedó un poco corta por compararlo con el roast beef de Ma. El del Ene estaba demasiado hecho y un poco seco, aunque la salsa estaba muy buena.
De todas formas no queremos quitarle mérito a los segundos platos por compararlos con otros, estaban buenos y nos lo comimos todito, aunque sí que fueron quizás lo más flojo del brunch.
Por último nos sirvieron unos dulcecitos, mini brownies y cheesecakes con mango. Los brownies no eran nada del otro mundo, pero los pequeños cheesecakes estaban bueníiiiiisimos. Nos dejaron muy buen sabor de boca (literal y metaforicamente) y nos fuimos de allí más contentos que unas pascuas.
El precio del brunch con todo lo que habéis leído y visto es de 22 €, que a nuestro parecer no está nada mal. Estuvimos muy tranquilos ya que estaba bastante vacío y nos hemos anotado el volver otro día para comer a la carta, que tiene algunas cosas con muy buena pinta.
Os seguiremos contando nuestros hallazgos en materia brunchera.
Keep on brunching!!
PD: Estamos preparando un listado de restaurantes cuyo nombre sea una letra. Si conoces alguno puedes ayudarnos aqui.