Para hacernos una idea de cuáles son los pueblos negros de Guadalajara basta con echar un vistazo a estas webs [pueblosarquitecturanegra.es] [viajandoporlospueblosnegros.com] y nos quedarán claros los pueblos con sus pedanías.
El nombre de "Arquitectura Negra" viene dado por el hecho de que las casas están construidas con pizarra. Se dice que los pueblos al otro lado del Ocejón son dorados, porque la pizarra en el lado oriental de la sierra tiene más
Recomendamos visitar los dos valles, ya que cada uno tiene su encanto.
Salimos de Madrid un Viernes a las 19:00 y a las 21:00 estabamos ya en el alojamiento en Campillejo donde estableceríamos nuestra base de operaciones. El trayecto de Madrid a Campillejo no llega a 2 horas.
Llegamos a la casa, Los 12 Robles. Una típica y acogedora casa de pizarra donde nos recibió un mastín enorme y bonachón y nos esperaba Ester, la amable dueña, que vive en la misma casa con su familia. Soltamos las cosas en la habitación (muy moderna, con un baño enorme y adaptada para minusvalidos). Estuvimos hablando con la dueña, que nos sugirió excursiones, sitios para comer, nos contó curiosidades de la zona y nos fuimos a llenar el saque a Campillo de Ranas (en Campillejo solo hay un bar que estaba justo cerrado por baja, o reformas, o algo así).
Campillo de Ranas |
Los bares (los dos) empezaron a echar el cierre a las 23:30 aprox y éramos los únicos insensatos por la calle a esas horas (que allí deben ser altas), así que con una nocturnidad tremenda nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos esperaba un desayuno estupendo y Paco (el hombre de la casa) para explicarnos todo lo necesario para aprovechar bien el día. Hicimos buen caso de las recomendaciones, todo lo que la climatología nos permitió. Fuimos al Hayedo de Tejera Negra, que es un paraje precioso para andurrear y también merece la pena por el camino hasta llegar allí (valles, vacas, ríos, puentes de piedra...). Seguramente gane mucho en Otoño, con todas las hayas de color dorado, pero la verdad es que lo vimos muy tranquilos (apenas nos cruzamos un par de grupos en el camino), cosa que seguramente sea imposible en Otoño.
Hayedo de Tejera Negra |
Después del desgaste físico un platazo combinado en Cantalojas, en el bar La Plaza junto al ayuntamiento. El típico sitio cutrecillo donde se come de vicio. Y rumbo a Valverde de los Arroyos con parada y café en La Huerce, un pueblo pequeño pero en un sitio privilegiado, en la ladera de una montaña con unas vistas increíbles y mini parada en Zarzuela de Galve.
Cantalojas |
Valverde de los Arroyos, muy fotogénico |
Cerezos vencidos por el peso de las cerezas |
Una de las casas de Valverde de los Arroyos cubierta de vegetación |
La Vereda es un pueblo de difícil acceso (todavía me dan escalofríos al recordar la pista forestal que lleva allí). Aunque una cosa he de decir, una vez llegas te olvidas del camino que acabas de sufrir, e incluso de que tienes que sufrirlo otra vez para salir, y de noche (ouch!).
De este pueblo dicen que es la esencia de los pueblos negros. Y tiene una historia muy interesante.
En los años 70 el ICONA (Instituto de Conservación de la Naturaleza) expropió los pueblos alrededor del pantano del Vado con el objetivo de reforestar la zona. Lo que propició el abandono de los vecinos y el derribe de parte de las casas, hasta que un grupo de arquitectos de Guadalajara y Madrid hizo presión y consiguió parar los derribos. Este mismo grupo creo la Asociación Cultural La Vereda, al que fue cedido el arrendamiento del pueblo y son quienes hoy en día se encargan de rehabilitarlo y reconstruirlo.
La presa del pantano del Vado |
Precioso atardecer en la Vereda |
Como sabíamos que no íbamos a encontrar nada de cenar en Campillejo (salvo un fuet y una cuña de queso sudados en nuestra mochila) nos fuimos directos a Campillo de ranas (la urbe) y repetimos raciones en la Garduña.
Sapito en Roblelacasa |
Roblelacasa. Justo en esta calle vive una señora que se asoma y pregunta "¿Has desayunao?" |
Cabida no tiene especial interés, pero hay un señor mayor que no te deja irte preguntándote "¿Cuanta agua lleva el rio? ¿Hay barrancos? ¿De dónde venís? ¿A dónde vais? ¿Está bien la carretera?". Creo que éramos la única fuente de información del exterior, así que contestamos sus preguntas sin saber muy bien lo que nos decía y nos fuimos (se nota que doy por hecho que no leerá esto, ¿verdad?).
Pusimos rumbo a El Cardoso de la Sierra, haciendo un alto en Colmenar de la Sierra. Un pueblo que justo celebraba sus fiestas ese día y se notaba en el ambiente (en el ir y venir de gente a la iglesia, las grandes ollas en la calle para preparar un banquete público...). Lo que más nos gustó de este pueblo es que tienen las cuentas muy claras en la iglesia. Un folio pegado en un tablón con todos los ingresos (bodas, recolectas, cepillo...) y los gastos (luz, agua, reformas...) Ya podrían aprender otros.
En el Cardoso de la Sierra, Coca-Cola y paseo. Ya decidimos que era momento de poner fin a nuestro fin de semana "negro" (oooooohhhh...) y con el tiempo bastante chungo nos volvimos a Madrid, parando una vez más en Manzanares el Real para comer y estirar piernas viendo el castillo.
En fin, muy recomendable la escapada. Sitios preciosos y gente amable. Comida de la que alimenta el alma (que diría nuestra amiga Maloles muy acertadamente).